El vino de Chile se produce regularmente desde el siglo XIX. Sin embargo, su calidad ha venido en aumento a partir de las últimas décadas del siglo XX, con la apertura de los lazos comerciales entre las compañías vinícolas locales y los enólogos y viñedos franceses y estadounidenses.
La industria vitivinícola chilena se posiciona como la duodécima productora mundial y lidera como la primera exportadora de América y el hemisferio sur, siendo la cuarta a nivel mundial.
Los viñedos en Chile más reconocidos se concentran en la zona centro del país: Valle de Limarí, Maipo, Maule, Curicó, Rapel, Aconcagua, Colchagua y la más reciente Casablanca para vinos blancos. Se cultivan principalmente variedades de uvas francesas, refinando los ensambles y las técnicas de maduración con muy buenos resultados.
La zonificación distingue seis grandes regiones vitícolas —Atacama, Coquimbo, Aconcagua, Valle Central, Sur y Austral—, que a su vez se dividen en subregiones, zonas y áreas menores, pudiendo los vinos mostrar la denominación relevante siempre que al menos un 75 % de la uva utilizada para su elaboración proceda del lugar indicado.